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Érase una vez

  Érase una vez un joven que estudiaba canto y que disfrutaba al ver la emoción que su voz producía en quienes le escuchaban. Un día apareció ante él un ser espectral, que no era otro que el diablo, y le aseguró que podía concederle cualquier deseo que pidiese. El muchacho sin pensárselo mucho dijo que quería ser el mejor cantante del mundo, aunque, en su fuero interno lo que deseaba saber era que hacía que las buenas personas tomaran caminos equivocados, pues había visto perderse a buenos amigos. El diablo le dijo que su deseo estaría cumplido en cuanto despertase, al día siguiente. Cuando el joven despertó, la humanidad entera había desaparecido de la faz de la Tierra. Desesperado se dirigió al lugar donde había visto al demonio, y lo encontró, esperándolo, con una sonrisa burlona. -¿Qué ha pasado? ¿Qué has hecho? ¿Dónde está la gente?- le espetó, angustiado, el muchacho. - No he encontrado otro modo de cumplir tu deseo – respondió, sarcástico, el maligno – pues sólo siendo...

Nana

  Dorm, dorm, dorm…Tot està bé, al cel clar canta l’aucell, el pare riu molt content, i la mare ho fa també. Dorm, dorm, dorm…Tot està bé, somia amb els angelets, que la casa és un recer i la llum la font del ser Dorm, dorm, dorm…Tot està bé, al cel clar canta l’aucell, que la casa és un recer i la mare, font del ser.

Orden

La orden inesperada estalló  en mis orejas y en mi frente.  Un no, un nunca, vanamente, se murieron en mi lengua, calló  mi boca, y  obediente yo acepté esa orden de serpiente. ¿Porque dejé de ser yo tan de repente? ¿por qué no dije nunca? ¿Por qué no?