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Mostrando entradas de julio, 2018

Foudre

No te das cuenta amor mío, vemos las mismas estrellas y al mencionar nuestros nombres somos dos más entre ellas. No te das cuenta amor mío, que en ese sueño que sueñas amor, agonía y penas los llevamos compartidos.

Condescendencia

Condescendencia “Se dice que alguien está siendo condescendiente cuando se mezcla un sentimiento de superioridad  con una amabilidad mal entendida hacia la persona a la que supuestamente se intenta beneficiar. Una forma habitual de actuar con condescendecia es simplificando innecesariamente una explicación, lo cual está relacionado con la inteligencia que le suponemos a la otra persona” Wikipedia Los problemas de Santos nos parecían irrelevantes, tanto a Carlos como a mí, pero su vehemencia ingenua resultaba entretenida y nos daba pie, a veces, a conversaciones de calado. Hoy, Santos, quiere librarse de una amante excesiva, pero se siente en deuda con ella por multitud de favores profesionales que ella le ha proporcionado. -Condescendencia – apunto – Así le puedes devolver los favores, con lo que pagarás tu deuda, pero matarás la relación. Nadie aguanta a un pedante que va de superior. -Una idea tan buena como retorcida – asevera Carlos – todos ganan, pero el amor pierde. Queda tan poc
No te das cuenta amor mío, vemos las mismas estrellas y al mencionar nuestros nombres somos dos más entre ellas. No te das cuenta amor mío, que en ese sueño que sueñas amor, agonía y penas los llevamos compartidos.

Receta

Vaya… Una receta para Manuel, en mi vida me he visto en tanto aprieto, (escribir de cocina en un papel) mejor sabría yo hacer un soneto. A mí, lo que me gusta es un buen zumo, pues soy en prepararlos todo un hacha, naranja y zanahoria y luego sumo: apio, jengibre, uva, y remolacha. Comprimir todo en una licuadora. Llenar vasos, retirar los deshechos. Enfriarlo poco más de media hora, y limpiar con cuidado los pertrechos. Parece que logré una doble meta pues he escrito el soneto y la receta.

Guerra final

El sacrificio El pasado que vosotros recordáis no es el único pasado. Por lo menos, yo recuerdo otro. A finales de 1992, la guerra fría que había enfrentado a occidentales y comunistas había llegado a su fin. No es una novedad. Lo que nadie sabe es que un general ruso, Probocov, levantó al ejercito y con un exitoso golpe de Estado tomó el poder. Lo que afortunadamente nadie sabe, es que en su demencia disparó los misiles nucleares contra los EEUU y Europa, y que estos respondieron de igual forma. El fin del mundo, en una forma que creíamos ya imposible, se convirtió en una pesadilla real y presente. Lo peor, o quizá más bien, lo más insoportable, fue descubrir que Probocov era uno de los nuestros. Nosotros, vosotros... quiénes éramos, quiénes somos, poco importa. Las innumerables fisiones y fusiones de los núcleos atómicos, engendraron, a pesar de su infinita capacidad de destrucción, una respuesta simétrica en otro punto de la galaxia. En la insondable materia oscura, de modo especula
Lo que pasa es que el relato adolece por un error que procede del formato. La prisión del alma y del amor. En un momento dado el amor podría, liberado, dotar de un final a nuestra era con el color de una nueva primavera.