El sacrificio El pasado que vosotros recordáis no es el único pasado. Por lo menos, yo recuerdo otro. A finales de 1992, la guerra fría que había enfrentado a occidentales y comunistas había llegado a su fin. No es una novedad. Lo que nadie sabe es que un general ruso, Probocov, levantó al ejercito y con un exitoso golpe de Estado tomó el poder. Lo que afortunadamente nadie sabe, es que en su demencia disparó los misiles nucleares contra los EEUU y Europa, y que estos respondieron de igual forma. El fin del mundo, en una forma que creíamos ya imposible, se convirtió en una pesadilla real y presente. Lo peor, o quizá más bien, lo más insoportable, fue descubrir que Probocov era uno de los nuestros. Nosotros, vosotros... quiénes éramos, quiénes somos, poco importa. Las innumerables fisiones y fusiones de los núcleos atómicos, engendraron, a pesar de su infinita capacidad de destrucción, una respuesta simétrica en otro punto de la galaxia. En la insondable materia oscura, de modo especula