¿Qué fue de aquellas viejas alegrías? ¿De las complicidades y lamentos? ¿Murieron por olvido aquellos días de eternos y solemnes juramentos? Las gotas de tu sangre son hoy frías y negros, negros son, tus pensamientos. Me mentiste al decir que me querías, fingiste compartir mis sufrimientos. No puedo mantener más encendida la llama que por mí ya sólo arde. La causa, si la hubo, está perdida y cualquier solución llegará tarde. Con pesar te expulso de mi vida sin odio, sin rencor y sin alarde.