Tiene tu cuerpo la gracia del estío,
y en tus caderas canta la marea.
El sol, galán antiguo, te desea
con desmanes de oro y desvarío.
Tu andar es verso libre, desafío;
al tiempo que te mira y tambalea,
la arena se arrodilla y se pasea,
y el viento renuncia a su albedrío.
Comentarios
Publicar un comentario
Me interesa tu opinión