Surge del resplandor,
como un susurro entre sombras,
no teme al fuego
ni a los secretos del deseo.
Apunta al cielo,
como si desafiara a las estrellas
a contarle algo nuevo.
Vestida de noche,
con la piel como promesa
y los lazos como advertencia,
camina entre miradas que no saben
si temerla o seguirla.
No lanza maldiciones,
lanza silencios que arden,
miradas que hipnotizan,
presencia que transforma.
Ella no es disfraz,
es ritual.
No es personaje,
es poder.
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